martes, 4 de septiembre de 2012

martes.


extraño los días miércoles, llenos de sol, el seco del aire, el agua en el lago, artificial, luz, rayo, desnuda en tus brazos, en tu piel, en tu cuerpo, sudando sin fin, ritmo constante, loros cantando en los arboles de flores moradas, fluir, que fluya, la gota entre piernas, el beso, el cuello, el amor de armario, las garras en tu pecho, enjaulado, un león, tres gorriones, cosmos asmático, dos corazones enlatados, las nubes, los ángeles, los miércoles.

viernes, 3 de agosto de 2012

gris.




Llueve grave
Grado nieve
Llueve cerro
Bajo agua
Acera llena
Pies mojados
El puerto hierve
Ahogado

foto: histamar

lunes, 23 de julio de 2012

dulce mar.


Una ola de nubes emerge del pacífico. Los ojos queman con el frío y ciegan los primeros pasos de quien camina por ecuador. Se percibe la blancura de las calles, nunca estuvieron así. Se percibe los jóvenes vagando por mareos de alcohol, risas y besos. La espera para subir el cerro es incesante, la búsqueda por una visión más clara de las cosas es desesperadora. Por fin llega el chofer, escuchaba rockabilly, un tanto moderno para las viejas tradiciones y costumbres porteñas. Era necesario partir y subimos a toda velocidad por los pasillos de colores ahogados por la niebla, todo parecía más gris. Un aroma a mar congelado recorre las narinas extrañas a ese aroma. Era gélido, bonito y triste al mismo tiempo. Llegamos arriba. En este momento, si saltamos podemos tocar el cielo, literalmente. Las luces amarillas son parte del escenario ya tan conocido. Ahora parecen pequeñas  luciérnagas a la distancia. Desde acá es posible percibir como la fog porteña alcanza gran parte del centro de la ciudad. Una bella imagen en una memoria inolvidable.

martes, 22 de mayo de 2012

luz.

Mi cabeza en tu hombro
Un trozo de mí
Mis lágrimas en tu cuello
Otro trozo de mí
Un faro en la oscuridad
Tus ojos ardientes sin fin

martes, 8 de mayo de 2012

camino de piedras.

La bruma pairaba sobre nuestras cabezas mientras las olas se rompían fuertes contra el roquerio, los dos sentados mirando para el nada y para el todo al mismo tiempo. Una inmensidad azul, donde se veía al horizonte algunas siluetas de navíos y el cielo gris como en los días tristes. Pero al parecer era un día feliz. “El día está exquisito”, las palabras proferidas de la boca y que también salían insistentemente del pensamiento. Los pájaros iban para el norte, unos pocos perdidos volaban en el sentido contrario de la tropa. Mirábamos atónitos, percibíamos las mismas cosas y uno siempre hablaba antes del otro. Las olas quebraban más fuertes, las algas parecían los cabellos de las rocas, el viento venia cortando el calor de los cuerpos. Un cigarrillo fue prendido y en ese momento uno se dio cuenta de que toda su vida parecía un sueño, que quizás no pertenecía a ese ambiente por más que le gustara el mar. Se asustó un poco de tener a alguien tan interesante a su lado mientras el humo obstruía sus vías aéreas y justo después olía el aroma dulce del mar que tanto le gustaba. Y vino la nostalgia. La nostalgia de una vida que no le gustaba, la nostalgia de querer estar cerca de quien ama (¿pero no amaba a quien estaba a su lado?), la nostalgia de un amor mal sucedido y las ganas de poner un fin a todo lo que estaba sintiendo. Nos paramos y fuimos caminando.  Queríamos ver a los lobos marinos más de cerca y compartir las historias de vida más profundamente. “Parecemos a dos abuelitos”… sí, parecíamos a dos abuelitos.
¿Será eso el amor?

viernes, 27 de abril de 2012

traducción.

Los ojos no se confundían: él miraba a mí. No era una mirada simple que se olvida tan rápido. Era una mirada muy profunda y sincera que hablaba algo y parecía que las palabras salían de sus ojos como si estuviera una grande boca de una siniestra mudez en su lugar. Yo estaba segura que quería decirme algo y yo también lo miraba. Y yo miraba intentando desvendar el misterio del pensamiento que lo llevaba a mirarme con ojos de violador,  sacando mi ropa con sus ojos hambrientos y verdes de sed de mi cuerpo. La mirada traducida en mi cabeza, era simplemente el fulgor de mis más oscuros deseos de tenerlo tal cual lo imaginé. Bajó la cabeza y cerró los ojos. La mano calientita tocó la mía y en seguida me dijo, con las palabras propias de un chulo: “rica”. Yo no me equivocara.

jueves, 5 de abril de 2012

ajeno


te odio con sabor a celos
te odio sin amor y con culpa
te odio con aroma a mentira
pero mi odio no es por deseo
sino por falta tuya