viernes, 27 de abril de 2012

traducción.

Los ojos no se confundían: él miraba a mí. No era una mirada simple que se olvida tan rápido. Era una mirada muy profunda y sincera que hablaba algo y parecía que las palabras salían de sus ojos como si estuviera una grande boca de una siniestra mudez en su lugar. Yo estaba segura que quería decirme algo y yo también lo miraba. Y yo miraba intentando desvendar el misterio del pensamiento que lo llevaba a mirarme con ojos de violador,  sacando mi ropa con sus ojos hambrientos y verdes de sed de mi cuerpo. La mirada traducida en mi cabeza, era simplemente el fulgor de mis más oscuros deseos de tenerlo tal cual lo imaginé. Bajó la cabeza y cerró los ojos. La mano calientita tocó la mía y en seguida me dijo, con las palabras propias de un chulo: “rica”. Yo no me equivocara.

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